El ambiente de confrontación que se
vive en la Venezuela actual genera desesperanza. Nos duele ver cómo nuestro
país se está cayendo a pedazos, nos duele la impunidad, que a diario se derrama
sangre inocente; nos duele ser espectadores de la emigración que emprenden los
jóvenes venezolanos y el desarraigo de nuestra gente, nos duele Venezuela. Ante
esta situación un grupo de jóvenes nos preguntamos si el venezolano está
preparado para el cambio. Muchos lo sentimos como una necesidad, pero todos
tenemos una versión de qué o quién tiene que cambiar. No esperemos el cambio,
busquemos el cambio y procuremos que comience por nosotros mismos.
Los venezolanos en estos momentos de
crisis y desesperanza estamos tentados a responsabilizar a los demás por
nuestros errores, a optar por la salida más fácil, a conformarnos en recibir; buscar
una vida llena de placeres, desconocer la libertad del otro, deshumanizar a
quienes piensen distinto y proponer soluciones carentes de una visión
integradora. Esto nos ha llevado a vivir en una sociedad mayoritariamente
egoísta. Día a día los jóvenes nos sentimos abrumados por la magnitud del reto
que supone seguir viviendo en Venezuela, pero debemos reconocer que todos los
seres humanos que convivimos en el mundo somos la generación del presente y nos
corresponde construir el futuro.
Tenemos que construir la solución, pero
para eso es necesario que cada quien actúe con coherencia y rectitud de
intención, que reflexione y procure que el bien común sea el motor y objetivo
primario de sus acciones. Estamos inmersos en un entorno donde el venezolano
siente que su vida no tiene sentido, por ello es necesario encontrar el mismo,
ya que al obtenerlo descubriremos un motivo por el que vale la pena
luchar.
La solución no es una sola, sin embargo
tenemos la capacidad de construir el cambio en conjunto a través de acciones
concretas. Entre ellas está una dedicación mayor a desarrollar el hábito de la
lectura y la búsqueda constante de medios de formación que cultiven al
individuo en todas sus dimensiones. La producción nacional de ideas y
contenidos culturales, alimentar la conciencia y memoria histórica, que tanto
nos hacen falta, por el hecho de que al conocer nuestro pasado podremos percatarnos
de los errores que hemos cometido y podremos aprender de ellos. Trascender a
los estereotipos, rescatar el sentido aristotélico e importancia de la política
y adoptar una visión integradora para resolver nuestros problemas. Fortalecer
la educación y reconocer su valor, ya que es la única carrera que permite
formar profesionales. Hacer visible el aporte de los civiles, recuperar la
humildad y la honestidad intelectual. Desarrollar una campaña comunicacional
que involucre a los medios masivos y el boca a boca, en donde se promuevan
valores y se enaltezca a la familia, ya que es la célula primordial de la
sociedad.
Cada uno de nosotros puede participar
en el cambio y tomar acciones desde el momento en que así lo decida. Y, para
ello, es importante que percibamos nuestra historia con optimismo.
El conocimiento es riqueza, pero una
riqueza que se multiplica al compartirla, por ello procuremos ser agentes
multiplicadores de mensajes que generen valores y contribuyan a fortalecer
nuestro espíritu.
Daniel Ávila, Tomás Rivero, Álvaro Rodríguez, Carlos Tasende
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