“¿Dónde estás escondida mi Venezuela?“,
podrá sonar exagerado pero, será que te escondes detrás de las armas, que el
miedo a la muerte no te deja salir; o tal vez el abuso de poder te ha
aborrecido tanto que saliste corriendo de tus propias raíces. No te des vuelta
a que se halla derramado tanta de tu propia sangre en tu afán por libertad.
No te escondas, asume de una vez tu
bendición maldita de oro negro que te ha condenado en riquezas despilfarradas
por tus hijos mal educados, sigues buscándole a un cura a tus heridas de
ignorancia, pues lamento decirte que no hay insumos para sanarlas.
Pasa el tiempo y tus hijos desaparecen,
y no es que alguien se los lleva, es que tú los dejas ir. Mientras ellos aun
añoran tu amor de madre, que los ha abandonado sumergiéndolos bajo la bota de
unos cerdos cegados por el poder.
Unos pocos recuerdan tus días mozos en
los cuales el sol de la democracia mostraba un hermoso amanecer, donde nuestro
caballo blanco cabalgaba indómito en libertad, sin amarras extranjeras, y sin
descanso hacia el infinito progreso tan extenso como tus llanos.
Entiendo que no sepas lo que te pasa,
pero seguramente eso es lo que te atormenta. Sé que huyes al ver que la bota
trata de alcanzarte y que tus hijos ignorantes niegan la existencia de las
bellas palabras que te dieron forma.
No nos dejes ser esclavos de los cerdos,
escucha con el cerebro y no con los oídos pues tratan de callar el grito de la
república que tanto añoramos. Volvamos a aquel eterno mayo que abundaba en
flores de esperanza y alegría adornando nuestro bello araguaney.
Tus hijos te exigimos que des a luz a
una nueva generación de corazones humildes, coherentes y pacientes que tengan
la ambición de tus criaturas más ilustres. Dótalos de empatía, carisma,
voluntad y más que nada de un deseo ferviente de hacerte brillar como en tu
mañana más esplendida.
Danos tu sincera promesa de volver,
lucharemos por ti sin miedo a la muerte, solo porque regreses a nuestros
corazones, donde perteneces. Nuestra lucha consta no solo en sacar a los cerdos
del poder, si no, en aprender a valorar tu riqueza y a saber administrarla, a
mostrarle al mundo entero de lo que puedes ser capaz, para eso necesitamos que
llames a todos tus hijos a no quedarse en la penumbra y los traigas a luz del
conocimiento donde puedan ver que los necesitas a cada uno de ellos con todas
sus debilidades pero también que busquen con sus fortalezas la patria que tanto
deseamos.
Desde este humilde espacio donde vimos
de lo que estas hecha, cuan valiosa eres y hacia donde podemos llevarte te
decimos…Venezuela, no te escondas más que tus hijos siempre estaremos ahí para
defenderte y hacerte brillar!.
Autores:
Rodrigo Portillo-Juan Altimari-Juan Pablo Capriles-Javier Abenaño
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